Coquito Artesanal (Hecho a Mano con Coco Rallado)
Cuando era pequeño, uno de mis momentos favoritos del año empezaba justo cuando cruzaba la calle para ir a la casa de Doña Constancia y Don Sergio. Vivían justo frente a mi casa, en aquella urbanización donde todos se conocían por nombre y saludo («Don» o «Doña»), y donde la Navidad empezaba antes de que el calendario lo dijera. Yo, con mis tenis sucias, el pantalón corto lleno de marcas de jugar en la calle y las medias al revés, esperaba la hora perfecta para escaparme y entrar “como Pedro por su casa”.
Los vecinos/abuelos
Doña Constancia siempre me recibía con la sonrisa más grande y su delantal de cocinar. Era como si estuviera entrando a la casa de mis abuelos. Dentro de su cocina todo era un concierto: el sonido rasposo de la tela de coco al pasar por el rallador, el chorro fresco del agua de coco cayendo en una cacerola de metal, y ella, con su mano firme y esa precisión de quien nunca midió nada con tazas, solo con los ojos y la experiencia de toda una vida. Cada ralladura, cada gota exprimida era parte de su ritual. El coquito era su orgullo y, aunque yo era demasiado pequeño para probarlo, me fascinaba verla juntar todos los ingredientes, especias y su “toque” secreto.
El montaje
Mientras tanto, en la sala, Don Sergio y su hijo Carlos montaban el árbol de Navidad. Se escuchaba el crujir y el olor de las ramas tratando de acomodarlo en la sala. Entre el olor a pino, luces de colores enredadas por todas partes y cajas adornos que parecían reliquias familiares, armaban también el nacimiento más grande de toda la urbanización. Había pastores, ovejas, ángeles y hasta un riachuelo de papel de aluminio. Cada figura tenía su lugar exacto, y Carlos, discutía con Don Sergio dónde poner a los Reyes Magos.
La memoria eterna
Yo me quedaba sentado en el “counter” que conectaba con la cocina, con la nariz llena de olor a canela, mirando a Doña Constancia trabajar. Sabía que no podía tomar coquito, pero también sabía que ella nunca me iba a dejar ir con las manos vacías. Antes de que mi mamá me llamara desde la otra acera, Doña Constancia siempre sacaba una cazuelita de arroz con dulce. Me lo servía tibio, con pasas y un poquito de canela por encima, y me lo entregaba como quien da un tesoro.
Así aprendí que la Navidad no empieza con luces ni regalos, sino con momentos, memorias y recetas pasadas de manos firmes y generosas, y con la certeza de que la amabilidad es el trago mas dulce que se puede servir.

Coquito Artesanal
Ingredientes
Utensilios
Método
- Abre 2 cocos frescos, extrae el agua y reserva.2 cocos
- Coloca tela de algodón ("cheese cloth") dentro de una cacerola.
- En otra cacerola hierve 3 a 4 tazas de agua.4 tazas de agua
- Ralla la carne (o tela) blanca del coco completamente. ¡No hagas trampa! Vive la experiencia del guallo. 🙂
- Vierte el coco rallado sobre la tela que colocaste dentro de la cacerola.
- Cuidadosamente, vierte agua caliente sobre el coco rallado. Poco a poco hasta que el coco rallado esté bien empapado.
- Deja reposar hasta que lo puedas manejar sin quemarte las manos.
- Coloca un colador sobre la cacerola o recipiente donde vas a extraer la leche de coco.
- Envuelve la tela llena de coco rallado como si fueras a hacer una pelota y exprime vigorosamente sobre el colador y recipiente hasta extraer toda la leche de coco natural. (Puedes usar agua de coco para rehumedecer y volver a exprimir).
- Cuando el coco rallado dentro de la tela quede como fibras secas y pajosas, ya deja de exprimir.
- En una olla mediana, calienta la leche de coco extraída con 2 ramas de canela, 4 clavos de olor y un pedacito de jengibre.1 pedazo de jengibre, 2 palitos de canela, 4 clavos de olor, 2 semillas de anis estrellado
- No hiervas! Solo infusiona por 15 minutos. Luego cuela para remover las especias.
- En un envase grande mezcla la leche de coco infusionada, azúcar, yemas de huevo (batidas), vainilla, nuez moscada, y ron añejo.1 taza de azúcar, 2 yemas de huevo, ¼ cucharadita de nuez moscada, 1 cucharadita de vainilla
- Coloca la mezcla en botellas de vidrio esterilizadas.
- Refrigera por mínimo 6 horas (mejor de un día para otro).
- ¡Agita bien antes de servir y disfruta frío!
Clasico y delicioso. Nada como lo que se preparaba antes.
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